En Kirguistán secuestran mujeres para
obligarlas a casarse
La práctica
viene de tiempos ancestrales, según afirman los defensores de este hábito.
Consiste en que, si un hombre está interesado en contraer matrimonio, acude con
un grupo de personas a secuestrar a una chica, y la llevan hasta la casa del
pretendiente.
Allí la
esperan las mujeres de la familia, que la intentan convencer de aceptar al
chico, forzándola a ponerse un pañuelo en la cabeza, el cual llevan todas las
mujeres casadas.
Una vez logrado
su cometido, disponen los preparativos para la boda. Luego, los hombres del
clan piden disculpas a los padres de la joven atrapada ofrendándoles bienes,
entre los que generalmente viene incluida una cabra o una oveja. Éstos se ven obligados a perdonarla porque, de lo contrario, les prohibirán volver a verla.
Luego del protocolo, la chica raptada es instruida y puesta a prueba por la familia del prometido en labores hogareñas, para así probar su valía.
Existen
varios contextos para esta práctica: En ocasiones la joven lleva algún tiempo saliendo con el hombre, por lo que el secuestro sólo se convierte en una parte más del rito
matrimonial.
También ocurre que el chico acose a la mujer por algún tiempo y, al verse rechazado, opte por forzarla.
Otras veces
la chica ya está en pareja con alguien, pero las mujeres del círculo
familiar del secuestrador le obligan a descartar ese vínculo previo y aceptar a
su consanguíneo. Eventualmente la cautiva acepta su nueva condición, y emprende
un nuevo camino con quien ahora será su marido.
En los casos
más complicados, la secuestrada pone todo tipo de resistencia, e incluso pasa
días en casa de los raptores. El desenlace más fortuito es que éstos desistan y
la dejen libre, aunque generalmente la situación termina ella suicidándose.
Esta
práctica suele darse en las ciudades alejadas de la capital de Kirguistán y,
aunque las leyes la prohíben, mantienen su estatus de “tradición”, que
encuentra en los ancianos a sus principales promotores.
Además, actualmente,
secuestrar a una mujer es visto como un acto de hombría entre los jóvenes kirguises,
que incluso suben videos de los raptos a las redes sociales.
Las ONG que
protegen los Derechos de la Mujer trabajan para incitar a las víctimas a buscar
refugio en sus organizaciones.
Tomás
Bitocchi
tomasbitocchi@hotmail.com
https://www.facebook.com/Bito2012
@bitobitov
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