En Afganistán existe una práctica que
consiste en vestir de mujer a chicos menores de edad, y hacerlos danzar frente
a un grupo de adultos.
Se denomina
Bachá Bazí, que en afgano significa “jugar con niños”, y es una costumbre previa
al establecimiento del Islam en el país. Los niños son “propiedad” de
traficantes, que se encargan de arreglar la concreción del rito en las casas de
los habitantes más adinerados.
Los jefes de
esta red de trata infantil cobran un arancel inicial por el baile y, una vez
terminado, en caso de existir el interés por parte del dueño del recinto,
negocian la venta del cautivo.
En ocasiones sólo prolongan la estadía del chico unas horas más, durante las cuales éste es abusado, y luego pasan a buscarlo.
En ocasiones sólo prolongan la estadía del chico unas horas más, durante las cuales éste es abusado, y luego pasan a buscarlo.
Los
traficantes generalmente recogen a los menores de la calle, o arreglan su
retención con la familia, que suele encontrarse en situación de pobreza
extrema. Luego se les da instrucción para la danza.
Estos chicos
están privados de su libertad y, ante cualquier intento por salirse de esa
situación, son severamente castigados, e incluso asesinados. Además de la clase
alta afgana, también los generales del ejército suelen tener bajo su poder a un
infante.
En el país
hay un dicho popular que afirma: “Las mujeres son para tener hijos, los niños
para tener placer”.
Poseer a uno
o varios jovencitos que bailen Bachá Bazí es una cuestión de rango social para
muchos afganos, el cual se mide considerando la cantidad y la estética de
dichos niños, según las concepciones de los pedófilos locales. La edad más
frecuente de las víctimas suele rondar los trece años.
Durante el
mandato del gobierno talibán, esta práctica se prohibió absolutamente en
Afganistán, y era penada en forma cruenta por las fuerzas de seguridad. Al día
de hoy, con el gobierno apadrinado por los Estados Unidos, este tipo de
pedofilia resurgió, y los mandatarios actuales no encontraron aún cómo
erradicarla.
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